para habituarse al tacto.“ Decidimos llevarlo a Grenoble, esconderlo y que fuera el que se utilizara en el partido”, explica Flores en una entrevista con Barça One. Y así fue.
La Recopa era un título de alto nivel. En ese momento, sólo los equipos que ganaban la Liga en sus países tenían un billete hacia la Copa de Europa. El resto de la élite europea del baloncesto, pues, luchaba por la Recopa. De ahí su exigencia. Los últimos segundos de la final terminaron con un ataque fallido del Zalgiris y con el Lagarto de la Cruz colgándose de la canasta, anotando dos puntos que serían decisivos. " Faltaba un segundo. Miré al árbitro y me dijo que había terminado ", recuerda Flores. El pitido final fue en medio del delirio. No había terminado el tiempo, pero la invasión de pista de los culés lo hizo inevitable.
UNA AFICIÓN ENTREGADA
El éxito del Barça no habría sido el mismo sin su afición, que convirtió el Palais des Sports en un fortín azulgrana. El capitán, Nacho Solozabal, levantó el deseado título en un pabellón que parecía el Palau Blaugrana, rodeado de los culés que habían llorado derrotas europeas recientes y que se movilizaron en masa para viajar y celebrar, por fin, un gran título. Fue sin duda una de las movilizaciones más importantes de la historia del Barça de baloncesto.
El equipo regresó de Grenoble en autocar y, una vez en Barcelona, tardó casi dos horas en llegar a la plaza Sant Jaume y otras dos para volver al Palau. El apoyo incondicional se trasladó a la ciudad, donde miles de personas esperaban al equipo. La Meridiana colapsada y todas las calles llenas preparadas para recibir a sus ídolos: Epi, los americanos Otis Howard y Mike Davis y el ya difunto Chicho Sibilio. Aquella victoria, además, abrió la puerta a mayores éxitos: al año siguiente se volvió a ganar la Recopa.
DE NUEVO, BARÇA-ZALGIRIS
El destino ha querido que el Barça se encuentre, 40 años después de la final de Grenoble, con el Zalgiris en la Euroliga, en la misma semana del aniversario de este hito histórico. Una buena casualidad y una oportunidad para Manolo Flores para recordar, de nuevo, esos momentos y reencontrarse con compañeros y amigos de ese equipo en un homenaje al Palau. Para, como dice él,“ mantener viva la llama y recordar a las personas que hicieron crecer al Club en otros tiempos”.
El balón que lo cambió todo está a punto de volver a casa, al Museu del Barça, como testigo de una de las noches más gloriosas de la historia del Club. Un recuerdo imborrable para Manolo Flores y para toda la afición barcelonista.
La portada del diario ' Sport ' del día siguiente de la final de Grenoble se hacía eco del gran triunfo azulgrana.