Barça 126 Noviembre - Diciembre de 2025 | Page 41

TOKO SHENGELIA, LA NUEVA ESTRELLA CULÉ, REPASA SU APASIONANTE, LARGA Y EXITOSA TRAYECTORIA PARA LA REVISTA BARÇA

JORDI CLOS FOTOS © FC BARCELONA / GERMÁN PARGA, JUDIT CARTIEL, VÍCTOR SALGADO

En una Georgia recientemente independizada de la URSS poco antes de su disolución, en el año 1991 nacía Tornike Shengelia, la estrella incorporada por el Barça este verano. La suya sería una trayectoria vital y profesional fascinante. La tradición por el baloncesto en una familia donde tanto el padre como la madre habían sido jugadores de nivel, y la convulsión social de su país, marcaron una infancia no siempre sencilla, que forjó un carácter resiliente y sacrificado.

“ Guardo buenos recuerdos de la infancia, pero visto desde mi punto de vista actual, fue difícil, no solo para mí, sino para todo mi país. Aun así, yo, como niño que era, conservo una buena memoria: a los seis años mis padres me regalaron un balón de baloncesto y desde aquel día me enamoré. Siempre lo llevaba conmigo: en la calle, en casa, en la cama..., siempre botándolo, aunque no hubiera infraestructuras en el barrio y tuviera que inventarme objetos como si fueran canastas. Así empecé a jugar poco a poco. Después, en el año 2000, mi padre se fue a jugar a Hungría y yo empecé más en serio, unos meses antes de volver a Georgia.”
La precariedad eléctrica y tecnológica de Tbilisi no permitía a los niños seguir competiciones internacionales. Aun así, el joven Toko( como se le conoce en el mundo del baloncesto) se las ingeniaba para ver algún partido o vídeo de su ídolo Michael Jordan. También era uno de los niños de aquel entorno que solía llevar una camiseta del Barça. Admiraba al equipo de fútbol culé, pero tenía muy claro hacia qué deporte y dónde quería encaminar su futuro.
DE TBILISI A VALENCIA
“ Con 14 años estuve en un campus en Georgia con más de 100 chicos, donde los ganadores podían probar una semana en Valencia. Fui uno de los escogidos y, cuando fui, en mi cabeza no había nada más que quedarme allí. Era un momento en el que, si no salías del país antes de cierta edad, ya era muy difícil convertirte en jugador de baloncesto. Así que sabía que aquella era la única oportunidad, por eso lo di todo y, gracias a Dios, el Valencia me fichó por tres años.”
En Valencia, como júnior, inició su larga travesía internacional. Confiesa que la lejanía de casa le fortaleció el carácter. Y que el primero que apostó por él en el primer equipo fue el técnico Fotis Katsikaris.
“ Fue curioso porque después de mis entrenamientos con el Júnior siempre me quedaba a ver los del primer equipo. Una noche, mientras entrenaban, Fotis me vio allí y le dijo algo a su asistente. Este me avisó de que tenía que bajar a la pista. Yo pensaba que me iba a reñir porque no podía estar allí, pero me dijeron:‘ Mañana entrenas con nosotros’. Aquello fue inolvidable, siempre le estaré agradecido.”
Así, con solo 17 años, debutaba oficialmente con el entonces Pamesa Valencia con una

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